¡Pasajeros al tren!
En el Pirineo francés, a unos 2000 metros de altitud, realiza su recorrido el tren de Artouste. Sobre el lago de Fabrèges y frente al pico del Midi d’Ossau, discurre un pequeño ferrocarril francés que arrancó por primera vez en 1924.
La Compania Chemins de Fer du Midi se lanza en la construccion de una presa gigantesca que debera unir los lagos de altidud con una red de canalizacion. Para ese proyecto, un tren se creó especialmente para enviar hombres, material, combustible y el abastecimiento en la obra. Durante 8 años, millares de hombres trabajaron para construir esta presa.
Pero, en 1932, el Conseil Général de los Pyrénées-Atlantiques deseaba desarrollar el turismo en la zona y explota la idea de explotar los paisajes del valle de Ossau de forma turística. En este momento, el pequeño tren de Artouste se componía de dos o tres coches con platos de madera haciendo las veces de sillas, era remolcando por un motor Renault y circulaba únicamente los domingos de verano.
En ese momento, nació una ruta turística impresionante: el tren de Artouste. Está calificado como unos de los itinerarios turísticos más elevados de Europa.
Cumbres parcialmente cubiertas por las nieves o que, al menos, aún siguen vestidas con el blanco manto de los hielos en sus picos más altos se abren ante los ojos del curioso viajero en su primera visión del Parque Nacional de los Pirineos Occidentales Franceses.
En este paraje, conviven las altas montañas con los impresionantes amontonamientos de rocas y bloques de granito salpicados de musgo verde y lagos de gran altitud encajados entre las cumbres. Un contraste de colores donde el gris envuelve los picos y se vislumbran todavía los rojos agujeros de las minas de hierro, el verde oscuro y beige de los bosques y el azul intenso del cielo y los lagos. El antiguo tren minero se abre paso al borde de la cima, en un discurrir de vértigo, con la sensación de que los vagones están a punto de despeñarse al precipicio, pero aferrados al camino de hierro como si estuvieran claveteados sobre las vías.
Al subir al tren de Artouste, al vivir uno de sus viajes, se abre ante los ojos del visitante un paraje extraordinario, una delicia para los sentidos y una actividad para que toda la familia disfrute.
¿Preparados para vivir una experiencia única? ¡Chu, chu! ¡Pasajeros al tren de Artouste!
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