El Valle de Tena histórico
El Valle de Tena y la comarca del Alto Gállego son lugares por descubrir. La naturaleza y la historia conviven para conformar un entorno envidiable.
El Valle de Tena, en la cuenca alta del río Gállego, es uno de los más bellos del Pirineo. La entrada al valle está situada a la altura del estrecho de Sta. Elena, llamado popularmente el «zoque» y que no es sino los restos de una antigua morrena glaciar.
Aquí también encontraremos el dolmen, el fortín y la ermita. Un puñado de pueblos coronan este hermoso valle pirenaico: desde el presente podemos adivinar el pasado: en sus casas, iglesias, rincones, en los viejos y polvorientos documentos… Bubal, Piedrafita, Tramacastilla de Tena, Sandiniés, Hoz de Jaca, Saqués, El Pueyo de Jaca, Panticosa, El Balneario, Escarrilla, Lanuza, Sallent de Gallego, y Formigal. Los pueblos y sus gentes, presente y futuro, pero también pasado. Restos megalíticos en las zonas de Piedrafita, Tramacastilla y Sabocos son testimonio del primitivo poblamiento de este valle.
Las aguas termales de Panticosa eran ya utilizadas por los romanos, pero la romanización de los altos valles pirenaicos fue muy débil y el proceso civilizador debió avanzar al compás de la cristianización. Probablemente bajo influencia carolingia, en época musulmana estos valles debieron servir de refugio a los rebeldes, incluso musulmanes y pronto se contemplan como tierras de libertad, al menos para los cristianos. En el siglo XI bajo Sancho el Mayor de Navarra un noble rige el Valle de Tena lo que hace suponer que el valle formaba una entidad política aparte del condado de Aragón. A la muerte del rey, estas tierras ya se consideraban como aragonesas.
En un principio, los pueblos no constituían núcleos urbanos propiamente dichos sino agrupaciones de aldeas, pardinas o «vicos» diseminados en torno a una o varias iglesias. En Panticosa existían dos núcleos diferenciados el vico de San Salvador y el de Santa María, los dos con entidad propia, con administración y con finanzas independientes: estos dos vicos son perceptibles aún en el urbanismo actual. En Sallent subsisten nombres de diversos «vicos» o barrios: Casadios, Zarratiecho, el Paco…
Desde la Alta Edad Media, el valle era considerado como una unidad que constituía una Universidad gobernada por un concello de representantes de los diversos lugares (a modo de pequeño parlamento), denominado en el siglo XV la hermandad de Tena. Esta hermandad luego se transformó en la «Junta General de la Val de Tena» presidida por el Justicia. En aquel entonces, la Val de Tena contaba con doce lugares agrupados en tres quiñones: Sallent y Lanuza formaban el quiñón de Sallent; Panticosa, Hoz, El Pueyo y Exena, el de Panticosa; y Tramacastilla, Saqués, Búbal con el nucleo aislado de Polituara y los anejos la casa de La Artosa y la pardina de Estarluengo, Piedrafita, Escarrilla y Sandiniés el quiñón de la Partacua. De estos lugares, Estarluengo, de ubicación desconocida, y Exena desaparecieron en el siglo XVI, Búbal, Polituara, Saqués y La Artosa fueron afectados por la construcción de los embalses de Búbal y Lanuza en la década de los setenta.
El quiñón tenía competencia en materia de pastos, ganadería, construcción de puentes, reparación de caminos etc. Los documentos existentes hablan de frecuentes relaciones con los valles pirenaicos de la vertiente francesa (Ossau, San Sabin) lo que indica una cierta unidad montañesa basada en una economía común, en contradicción incluso con las políticas nacionales de sus respectivos países.
Pero la concesión de privilegios reales hace también suponer que los habitantes del valle sirvieron con frecuencia de punto de choque y barrera a los muchos intentos de penetración de fuerzas enemigas, sean estas francesas, inglesas o gasconas según las diferentes épocas y vicisitudes de la vertiente francesa. Por este Valle huyó Antonio Pérez, polémico secretario de Felipe II y por este valle comenzó la fracasada invasión de Aragón para vengar la muerte del Justicia Juan de Lanuza y el atropello de los fueros aragoneses.
Historias de brujas y viejos contrabandistas forman también la historia a un tiempo mágica y real del valle. El centralismo de la modernidad puso fin a la autonomía de estos valles y la nueva organización municipal acabó con la antigua organización comunitaria de los viejos vicos. El hoy del Valle, cuando las fronteras se abaten y la montaña ya no es sinónimo de aislamiento, el retroceso de la economía y formas de vida tradicionales es paralelo al avance de nuevas actividades; centrales hidroeléctricas y desarrollo turístico, que han transformado su fisonomía y formas de vida.