El renacer de un pueblo
Aragón en una zona muy castigada por la despoblación y el abandono de pueblos. Sólo en la provincia de Huesca se estima que alrededor de 115 pueblos están deshabitados. Pero también es una región pionera en la rehabilitación y aprovechamiento de estos núcleos.
Durante la década de los 60, la construcción de pantanos y el éxodo a las ciudades hicieron que muchos pueblos pequeños quedasen completamente vacíos. En la actualidad, se han transformado hasta convertirse en puntos de interés turístico, social y educativo que generan riqueza, empleo y contribuyen a difundir y conservar la cultura popular.
El municipio de Búbal, en el valle de Tena, era a principios de los 80 un conjunto de ruinas, naturaleza salvaje y recuerdos empañados por la construcción del embalse de Búbal.
El pueblo fue expropiado en su día por la Confederación Hidrográfica del Ebro para construir el embalse de Búbal. El pantano inundó gran parte de la localidad y la mayor parte de las casas fueron finalmente demolidas. Los vecinos se vieron obligados a dejar atrás sus casas y abandonar su pueblo, ya que el agua inundó sus tierras, su principal medio de vida.
Sin embargo, la parte alta del pueblo, inicialmente abandonada y expropiada a pesar de no verse afectada por el embalse, pasó a formar parte en 1984 del Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados. Actualmente, un 80% del municipio ya está rehabilitado gracias al citado Programa que, en 1984, vio en este enclave una fuente de educación juvenil. Desde hace más de 20 años, cientos de jóvenes de toda España acuden a esta localidad para colaborar en su recuperación y pasar unas semanas en contacto directo con la vida rural.