Una ermita más cerca del cielo
El rey Sancho Garcés estaba muy preocupado porque los monasterios existentes en su reino no estaban sometidos a ninguna regla y, en algunos, la vida de sus religiosos distaba mucho de ser un ejemplo de virtud y castidad. Aconsejado por el abad Oliba de Vic, emprende una profunda reforma monástica que habría de traer a los monjes benedictinos a estas tierras. Corría el año 1028. Fruto de esa reforma fue también la intención de erradicar, de una vez por todas, las bolsas de paganismo que subsistían en estas montañas. No debió ser fácil, ni demasiado efectivo a la vista de numerosas prácticas que han llegado hasta nosotros hasta bien entrado el siglo XX.
En las montañas de los actuales Alto Gállego y Jacetania existen cinco encomiendas benedictinas o ermitas dedicadas a San Benito: San Salvador de Leyre (monasterio benedictino), San Juan de la Peña (monasterio benedictino), Santa María de Ballarán (antiguo monasterio benedictino, hoy ermita en ruinas en término de Yebra), San Benito de Orante (ermita reconstruida al lado del pueblo) y San Benito de Erata.
La ermita de San Benito de Erata se alza junto a la cima del mismo nombre, a 2.005 m. de altitud sobre el nivel del mar. El edificio se encuentra unos metros más abajo y al sur del Vértice Geodésico, pero marca la separación de los términos de Otal, Barbenuta-Espierre y Berbusa-Ainielle. Desde lejos es posible distinguirlo en el horizonte, si no a simple vista, al menos sí con un par de prismáticos.
Se encontraba en ruina absoluta, al menos desde tiempos de la Guerra Civil. En 2005, la Asociación Cultural “Erata”, de Biescas, se propuso acometer la restauración del zoque o ermita de San Benito. Actualmente está restaurada gracias a esta Asociación.
Un precioso lugar para admirar el paisaje, palpar la historia en sus paredes y disfrutar un entorno fantástico.