Estación Internacional de Canfranc: un viaje al pasado
En Canfranc se encuentra un edificio de belleza y esplendor innegable: la antigua Estación Internacional de Ferrocarril de Canfrac. Esta estación daba la bienvenida a los visitantes extranjeros a través de la unión perfecta de varias influencias arquitectónicas.
La Estación Internacional de Canfranc encuentra su origen en la voluntad de unir Francia y España atravesando los Pirineos por Somport. Para ello ambos países firmaron diversos convenios, el primero en 1904, y protocolos posteriores que marcaron las líneas de actuación. En 1915, se concluyeron las obras del túnel ferroviario. En 1923, se iniciaron las obras de la estación siguiendo el proyecto del ingeniero Ramírez de Dampierre. Dicho proyecto sufrió algunas modificaciones por parte de los ingenieros del Ministerio de Fomento que decidieron sustituir la mampostería de las fachadas por hormigón. Tras cincos años de obras, el 18 de julio de 1928 el nuevo edificio fue oficialmente inaugurado en presencia del rey de España Alfonso XIII y del presidente de la República Francesa Gaston Doumergue.
Durante la Guerra Civil pasó a ser controlada por el Ejército franquista, siendo tapiado el túnel que la unía con Francia para evitar cualquier tipo de penetración desde el país vecino. Entre 1940 y 1944, la Segunda Guerra Mundial supuso su cierre al tráfico de viajeros y la llegada del ejército nazi a la parte francesa de la estación. Esto supuso algún roce con los militares españoles que seguían controlando la parte española del recinto. Por Canfranc transitaron los trenes que transportaban el wolframio que Alemania empleaba para reforzar el acero de sus tanques. A cambio, toneladas de oro que venían de Suiza entraban en España.
El 27 de marzo de 1970 se cerró el tráfico internacional tras el derrumbe del puente de L’Estanguet fruto del descarrilamiento de un tren de mercancías francés. Esto generó una drástica reducción del tráfico ferroviario.
En el año 2005 la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural aprobó un proyecto de rehabilitación de la Estación de Canfranc que en 2007 derivó en un convenio entre el Ministerio de Fomento y la Diputación General de Aragón fruto del cual se destinaron cerca de 2 millones de euros a la rehabilitación del recinto. Este proyecto se enmarca dentro de uno de mayor amplitud que no solo buscaba restaurar la estación para convertirla en hotel de lujo sino también la construcción de una nueva estación, la urbanización del terreno de uso ferroviario liberado y la edificación de un museo ferroviario. Este proyecto no se llevó a cabo debido a problemas de financiación. Estos mismos problemas llevaron a abandonar el proyecto de convertir la Estación en un hotel de lujo. El 30 de marzo de 2012, Luisa Fernanda Rudi anunció que la Diputación General de Aragón había llegado a un acuerdo con el Ministerio de Fomento (propietaria de la Estación a través de Adif) para comprar la misma por un precio simbólico. Este acuerdo obligará a modificar el convenio firmado años atrás.
Finalmente el 15 de enero de 2013 el Ministerio de Fomento vendió la Estación por 310000 € al Gobierno de Aragón.
Desde el punto de vista arquitectónico, consta de un edificio principal, varios muelles para trasbordo de mercancías y el depósito de máquinas. En su construcción se han utilizado diferentes materiales como el cristal, el cemento y el hierro, propios de la arquitectura industrial del momento.
El edificio de pasajeros destaca por su desarrollo longitudinal, que se articula gracias a tres volúmenes destacados en altura, que se sitúan en sus extremos y en el centro. El cuerpo central cobija el vestíbulo donde se encontraban las taquillas. Grandes ventanales, pilastras que recuerdan a un estilo clasicista y trabajo en madera de gusto Art Déco se combinan para crear un espacio suntuoso. En los cuerpos laterales, se acomodaban el puesto aduanero, la comisaría de policía, correos y un hotel internacional. Disponía además de dos pasos subterráneos.
Al exterior, estos volúmenes presentan tejado curvo apizarrado a cuatro vertientes, y se coronan con cuatro pináculos apiramidados dispuestos en sus flancos. Los dos pisos del cuerpo se abren mediante arcos de medio punto a la zona de las vías y sobre estas dos galerías se abre una nueva teoría de vanos abuhardillados en la cubierta apizarrada, que denota la clara influencia de la arquitectura francesa.
En la actualidad nos encontramos con un edificio cercado, el acceso es limitado y por visitas guiadas. Sin embargo, podemos pasear por los muelles, contemplar el depósito de máquinas, con su estructura metálica, y las diversas grúas que todavía permanecen a los lados de las vías. Actualmente, se están llevando a cabo diferentes propuestas de rehabilitación de este conjunto histórico.
Las visitas guiadas duran unos 45 minutos aproximadamente y para realizarla se debe realizar una reserva previa.
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