Historia entre la naturaleza
Enclavado en el Pirineo Central, en las Sierras Exteriores, encontramos el Espacio Natural Protegido de San Juan de la Peña y monte Oroel. En medio de una maravilla natural de paisaje rocoso, encontramos la casa del quebrantahuesos, de jabalíes, corzos, martas y tejones. Su flora está compuesta por quejigos y carrascas, además de una selva de soto formada sobre todo por boj, aliaga y erizón. Siguiendo la ascensión aparecen pinos silvestres, hayas, abetos, tejo y arce.
En medio de este paraje está situado el conjunto histórico-artístico de San Juan de la Peña. Este conjunto consta del Monasterio Viejo de San Juan de la Peña y del Monasterio Nuevo. Las edificaciones conservadas, tan sólo una parte de las que existieron, son excelentes testimonios de las sucesivas formas artísticas en las diversas épocas en que este singular centro tuvo vida. Destacan especialmente los siglos del románico (XI al XIII) con notabilísimas muestras de arquitectura, pintura y sobre todo de la escultura. El Monasterio Nuevo data del siglo XVII, con las iglesias de San Caprasio y de Santa María en la cercana localidad de Santa Cruz de la Serós, ambas también del periodo románico.
Real Monasterio
Este conjunto abarca una amplia cronología que se inicia en el siglo X y parece perfectamente mimetizado con su excepcional entorno natural. Destaca el Panteón de los Nobles, del siglo XII, las pinturas de San Cosme y San Damián, la iglesia prerrománica, la iglesia superior (consagrada en 1094), y la capilla gótica de San Victorián. Los auténticos orígenes del monasterio se pierden en la oscuridad de los tiempos altomedievales y se le ha supuesto refugio de eremitas, aunque los datos históricos nos conducen a la fundación de un pequeño centro monástico dedicado a San Juan Bautista en el siglo X. Durante el siglo XI, el centro se amplió con nuevas construcciones al convertirse en panteón de reyes y monasterio predilecto de la incipiente monarquía aragonesa que lo dotó con numerosos bienes.
Monasterio Nuevo
Como consecuencia del terrible incendio del año 1675 se tomó la decisión de construir un nuevo monasterio. Su emplazamiento se eligió en un lugar próximo, el conocido como Llano de San Indalecio, una bella pradera asentada sobre la gran roca que reunía condiciones idóneas para comenzar una nueva vida.
La traza del edificio constituye uno de los ejemplos más perfectos y evolucionados de la arquitectura monástica en la Edad Moderna, por su simetría, por la multiplicación de sus claustros y por la organización racional que poseía el proyecto original, el cual, lamentablemente, nunca se pudo llevar a cabo en su totalidad.
La leyenda del Santo Grial
Según la leyenda española sobre el Santo Grial, éste permaneció en el monasterio, después de pasar por diversas ubicaciones como la cueva de Yebra de Basa, monasterio de San Pedro de Siresa, iglesia de San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo, la Catedral de Jaca, desde 1071 hasta 1399.
La necesidad de atraer a los peregrinos a Santiago que pasaban por el cercano camino de Jaca al monasterio aconsejó que en él se ubicara la reliquia. En 1399 el rey Martín I se llevó el vaso sagrado al palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde estuvo más de veinte años, después de una breve estancia en Barcelona, acompañando al rey y posteriormente se trasladó a la Catedral de Valencia.
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